En estos días queremos unirnos en el dolor y la oración a tantas personas que sufren en Japón. Parece que su carácter reservado y paciente no nos hace comprender la magnitud de lo que están pasando... sirva esta carta que nos escribe un amigo jesuita japonés para asomarnos a las dimensiones humana, espiritual y medioambiental de esta tragedia:

"Queridos amigos CVX, Realmente aprecio vuestras oraciones. Eso me ha dado mucho ánimo.

20.000 personas continúan desaparecidas. 450.000 personas se han visto obligadas a vivir en un refugio. Ellos lo han perdido todo, casa, granja, empresa, carro, etc. Muchos pueblos y ciudades a lo largo de la costa desaparecieron completamente por el gran Tsunami.

La contaminación radioactiva se va haciendo más pronunciada. Mucha gente está realmente asustada. Es difícil conseguir comida (pan y leche), gasolina y electricidad. Un sistema de logística complicada no funciona bien ahora.

Al ver las escenas del desastre del Tsunami en TV, entendí la situación real de este pasaje: “el que esté en la azotea de su casa, no baje a recoger las cosas de su casa; y el que esté en el campo, no regrese en busca de su manto” (Mt 24, 17-18). Es verdad que quien se refugió en el techo del edificio se salvó, pero quien regreso a su casa por una cosa que dejó fue tragado por la gran ola. Y Mateo 24, 38-41 cuenta una situación similar. Siento que la situación de desastre es realmente apocalíptica. He meditado en Mt 24 y le pido perdón a Dios y que detenga esta destrucción.

Este año hemos tenido muchos desastres naturales, inundaciones en Pakistán y Australia, terremoto en Nueva Zelanda, etc. Creo que tenemos que considerar una reconciliación con la naturaleza más seriamente. Toda la gente, especialmente en el primer mundo necesitan arrepentirse y cambiar nuestro estilo de vida."

Eichan Hanafusa, s.j. asistente eclesiástico de CVX-Japón