Ahora que ha terminado el curso escolar (en España) queremos dedicar este post a todos los profesores que, a estas alturas, estarán bastante cansados; casi exhaustos...

Pero es ahora cuando en nosotros puede brotar una oración más auténtica, la que no se basa en nuestras fuerzas ni empeños, sino que surge de ese Maestro que nos dijo aquello de "Venid a mí si estáis cansados y agobiados, que Yo os aliviaré" (Mt 11, 22)
El verano puede ser una gran oportunidad de descansar el cuerpo y el alma, de que se vayan disolviendo los "sinsabores" del curso (como decía S. Juan Bautista de La Salle) y vaya reposando el trabajo de fondo bien hecho: los valores e intuiciones que, casi sin ser conscientes, trasmitimos a nuestros alumnos. A nosotros nos toca ahora analizar serenamente cuál ha sido el poso que hemos intentado dejar, y si ese poso es el mejor que podíamos dejar, ese "sabor" o "color" específico -tanto individual como grupal- que sólo a nosotros nos tocaba aportar en un momento determinado. Ese es nuestro honesto ofrecimiento...
Pero sólo de ellos depende que tomen estos valores y orientaciones y las personalicen, modifiquen y complementen con su propia forma de ser. A veces se nos olvida que ellos serán los protagonistas del mañana...
Enseñarás a volar, 
pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar, 
pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir, 
pero no vivirán tu vida.

Sin embargo, en cada vuelo, 
en cada vida, en cada sueño,
perdurará siempre la huella 
del camino que enseñaste.

(Madre Teresa de Calcuta)