¿Quién no ha recibido alguna vez un disco de ese cantante cuyo mayor fan es quien te lo está regalando? ¿O un libro que quien te lo regala está deseando que se lo prestes? ¿O una prenda de ropa que jamás te pondrías pero que a quien te la regala le parece que es lo más? Y es que a veces quien regala se olvida de lo más bonito que tiene ese gesto de regalar: pensar en la otra persona. Recordar sus gustos, descubrir lo que necesita, lo que sabes que le va a hacer ilusión...y convertirlo en regalo. En definitiva, reconocer que a esa persona me une algo tan especial que soy capaz de descubrir eso que ni siquiera él sabía que le iba a hacer tanta ilusión recibir.

En esta festividad de la Epifanía, donde recordamos ese relato en el que los magos ofrecen presentes a Dios recién nacido, puede ser un buen momento para preguntarte: ¿Qué es lo que Dios puede estar esperando que le regale? ¿Qué es eso que le haría tanta ilusión recibir de mí?

Y también puedo llevar esta pregunta a todas las personas que rodean mi vida. ¿Cuál es el mejor regalo que puedo ofrecerle a cada uno? ¿Les estoy ofreciendo lo que necesitan o lo que a mí me apetece regalarles?


Y si quieres hacer un rato de oración sobre el tema, aquí tienes una canción que a lo mejor te ayuda para empezar.