Terminamos nuestro recorrido por el mundo deteniéndonos en América Latina. Contemplando el éxodo de personas obligadas a dejar sus casas y su tierra buscando un futuro mejor para ellos y sus familias.

Contemplamos su éxodo desde las tentaciones de Jesús, que son las tentaciones que todos sufrimos. Tentaciones que arrastran en muchas ocasiones al mundo a una espiral de codicia, soberbia y poder  mal entendido de la que los más pobres son sus principales víctimas. Y en este caso lo contemplamos en el caso concreto de aquellos que cruzan todo el continente americano y son muchas veces víctimas de abusos o de la codicia de aquellos que se aprovechan de su situación.

Durante los meses de enero y febrero tuve la oportunidad de colaborar en el albergue Decanal Guadalupano para migrantes centroamericanos. Más de cuatro mil migrantes pasaron por el albergue, son los meses del año en que menos migrantes viajan. La ruta que los migrantes centroamericanos hacen hacia los Estados Unidos, atravesando México, es considerada como la más peligrosa. Son muchos los que a lo largo del camino son asaltados varias veces, secuestrados, extorsionados e incluso asesinados, por diversos grupos delincuenciales, narcotraficantes e incluso las mismas autoridades policiales y de migración. Su esperanza (“quiero un futuro mejor para mis hijos”, “quiero salir de la pobreza en la que he vivido”, “busco ayudar a mi familia) les hace afrontar los peligros del viaje. (Carlos López, sj)


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